Una dieta saludable es fundamental para mantener la salud mental. Numerosos estudios indican que los hábitos alimenticios influyen en la función cerebral, los niveles de energía, el estado de ánimo y la eficacia del tratamiento farmacológico. Desafortunadamente, las personas con enfermedades mentales suelen tener dificultades para mantener un estilo de vida saludable, lo que puede agravar los síntomas de depresión, esquizofrenia, trastornos de ansiedad y otras afecciones. En esta sección, analizaremos los errores nutricionales más comunes, su impacto en la salud mental y ejemplos de acciones que los trabajadores sociales y especialistas pueden implementar para apoyar a los pacientes.
Los alimentos ultraprocesados y su impacto en la salud mental
Los alimentos ultraprocesados, como la comida rápida, las patatas fritas, las comidas preparadas y las bebidas azucaradas, tienen un alto contenido de grasas trans, conservantes artificiales y aditivos, además de aportar poco valor nutricional. Los pacientes con enfermedades mentales suelen recurrir a este tipo de productos por su facilidad de preparación y su bajo coste. El consumo excesivo de estos alimentos afecta negativamente a la salud mental, ya que contribuye a:
Aumento de la inflamación: las grasas trans y los aditivos alimentarios artificiales pueden perjudicar la función cerebral y empeorar los síntomas de depresión;
Deficiencias de vitaminas B, ácidos grasos omega-3 y magnesio, que pueden provocar mayor irritabilidad y disminución de energía;
Alteraciones del microbioma intestinal: el intestino afecta directamente la salud mental y una dieta baja en fibra y probióticos puede intensificar los síntomas de depresión y ansiedad.
Los alimentos ultraprocesados (UPF) se refieren a productos sometidos a un procesamiento industrial intensivo y que contienen aditivos para mejorar el sabor, la textura y la vida útil, como conservantes, emulsionantes, potenciadores del sabor, colorantes artificiales o edulcorantes. Esta categoría incluye bebidas azucaradas, platos preparados, snacks ultraprocesados, dulces y productos de comida instantánea. Estos productos suelen ser ricos en calorías, grasas saturadas, sal y azúcares, y bajos en fibra y nutrientes esenciales (Lane et al., 2024).
Las investigaciones demuestran que una dieta rica en alimentos ultraprocesados se asocia con un mayor riesgo de trastornos de salud mental como la depresión y la ansiedad. Un metaanálisis reveló que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados aumenta el riesgo de trastornos de ansiedad en un 48 % y de trastornos depresivos en un 22 % (Lane et al., 2024). Además, el consumo de productos ultraprocesados afecta negativamente la calidad del sueño, lo que puede empeorar aún más el bienestar mental.
Un grupo de científicos realizó un estudio que analizó la dieta de más de 14.000 personas en relación con el riesgo de desarrollar problemas de memoria. Los participantes se dividieron en grupos según la cantidad de alimentos ultraprocesados que consumían (Bhave et al., 2024).
✔ Las personas que consumían más alimentos procesados tenían un mayor riesgo de sufrir problemas de memoria y concentración. Un aumento de tan solo el 10 % en el consumo de estos productos elevaba el riesgo de trastornos de la memoria en un 16 %.
✔ Las personas que comían más alimentos naturales y no procesados (por ejemplo, verduras, frutas, cereales integrales) tenían un menor riesgo de tener problemas de memoria (Bhave et al., 2024)

Una dieta rica en alimentos ultraprocesados (UPF) se ha asociado con una reducción del volumen en ciertas regiones cerebrales, en particular las implicadas en la regulación emocional y la toma de decisiones (p. ej., la corteza cingulada y la amígdala). Esto sugiere que consumir grandes cantidades de alimentos procesados podría afectar la estructura y la función cerebral (Contreras-Rodríguez et al., 2023).
¿Por qué los alimentos ultraprocesados pueden afectar negativamente al cerebro?
Los productos ultraprocesados suelen contener:
Altas cantidades de azúcar y grasas trans que pueden provocar inflamación cerebral, perjudicando la memoria y la concentración.
Aditivos y conservantes artificiales, algunos de los cuales pueden afectar negativamente al sistema nervioso.
Bajos niveles de nutrientes esenciales que carecen de las vitaminas y minerales necesarios para el correcto funcionamiento del cerebro.
ACTIVIDAD INTERACTIVA 29
Consumo excesivo de azúcar
Los pacientes con trastornos mentales a menudo recurren a bebidas azucaradas, galletas, chocolate y otros productos ricos en azúcar, ya que pueden mejorar temporalmente el estado de ánimo.
Desafortunadamente, este efecto es efímero y, con el tiempo, el consumo excesivo de azúcar deteriora la función cerebral. Las personas con enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, suelen caracterizarse por un alto consumo de azúcar, especialmente en forma de bebidas azucaradas (SSB) y té/café con azúcar añadido (Lambert et al., 2024).
Estudios han demostrado que las personas que reciben atención psiquiátrica consumen hasta cuatro veces más azúcar proveniente de bebidas que la población general.
Esto puede conducir a un deterioro de la salud física y mental.
Hallazgos clave (Lambert et al., 2024):
• El 66 % de los pacientes consumía al menos una bebida azucarada o té/café con azúcar añadido a la semana.
• El 56,5 % de los pacientes consumía regularmente bebidas azucaradas (p. ej., cola, bebidas energéticas, zumos con azúcar añadido).
• El 35,4 % de los pacientes consumía café o té con azúcar.
• La ingesta diaria promedio de azúcar añadido fue de 86,2 g/día, lo que supera significativamente las recomendaciones.
¿Las personas con enfermedades mentales consumen más bebidas azucaradas?
- Bajo nivel de conocimientos sobre salud: Las personas con trastornos mentales graves suelen ser conscientes de los riesgos del tabaco y el alcohol, pero tienen conocimientos limitados sobre alimentación y salud metabólica. Las investigaciones demuestran que las personas con menor nivel de conocimientos sobre salud son más propensas a consumir bebidas azucaradas.
- Efecto de los medicamentos antipsicóticos: Algunos medicamentos utilizados para tratar la esquizofrenia pueden aumentar los antojos de alimentos dulces.
- Mejora temporal del estado de ánimo: El azúcar estimula la producción de dopamina, lo que produce una breve sensación de recompensa y un mejor estado de ánimo. Sin embargo, esto va seguido de una bajada de energía y un empeoramiento del estado de ánimo (Lambert et al., 2024).
- Fácil acceso y bajo costo: las bebidas azucaradas son económicas, están ampliamente disponibles y no requieren preparación, lo que las hace más atractivas para las personas con ingresos limitados.
¿Puede el azúcar aumentar el riesgo de depresión?
Las investigaciones sobre la relación entre el consumo de azúcar y la depresión han arrojado resultados dispares. Sin embargo, un análisis de datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES), realizada a 18 439 adultos en Estados Unidos, reveló que un mayor consumo de azúcar se asocia con un mayor riesgo de depresión. En concreto, el estudio demostró:
- Cada 100 g adicionales de azúcar al día aumentaban el riesgo de depresión en un 28%.
- Esta asociación siguió siendo significativa incluso después de ajustar factores como la edad, el género, el nivel de ingresos, el estado de salud y el estilo de vida (Zhang et al., 2024).
Las investigaciones sugieren que una dieta alta en azúcar puede ser un factor de riesgo para la aparición de problemas de salud mental. Una revisión sistemática de estudios con 1.212.107 participantes de 40 estudios diferentes reveló que el consumo elevado de azúcar se asociaba con un aumento del 21 % en el riesgo de depresión, mientras que su impacto en los trastornos de ansiedad sigue sin estar claro. El azúcar puede empeorar la salud mental a través de fluctuaciones de la glucosa en sangre, inflamación crónica, alteración de la microbiota intestinal y efectos sobre los neurotransmisores (Xiong et al., 2024). Esto pone de relieve que los trabajadores sociales pueden ayudar a los pacientes a reducir el consumo de azúcar, educarlos sobre su impacto en la salud mental y fomentar un estilo de vida más saludable. Un enfoque consciente de la dieta puede ser un elemento importante para prevenir la depresión y mejorar el bienestar general de las personas con trastornos de salud mental.
¿El azúcar afecta los trastornos de ansiedad?
Cabe señalar que el análisis general de los resultados de la investigación científica no mostró una asociación significativa entre el azúcar y el riesgo de trastornos de ansiedad. Sin embargo, en algunos subgrupos (p. ej., estudios con un número menor de participantes), se observó una tendencia que indica un posible impacto del azúcar en un mayor riesgo de ansiedad. Se requieren más investigaciones para determinar con claridad esta relación (Xiong et al., 2024).
¿Cómo puede un trabajador social ayudar a los pacientes a reducir el consumo de bebidas azucaradas?
- Preguntas sencillas sobre la dieta. Dado que los pacientes psiquiátricos a menudo tienen dificultades para describir con precisión su dieta, es útil preguntar sobre el consumo de refrescos y bebidas energéticas, que son más fáciles de recordar.
- Pregunta de ejemplo: «¿Cuántas bebidas azucaradas consumes por semana?»
- Educación sobre los efectos del exceso de azúcar. Es útil explicarles las cosas de forma sencilla a los pacientes, por ejemplo, np. «Una lata de refresco de cola contiene unas 10 cucharaditas de azúcar, lo que supera la ingesta diaria recomendada».
- Se fomentan alternativas como:
- Agua con limón o menta en lugar de cola;
- Té de frutas sin azúcar en lugar de bebidas energéticas;
- Reducir gradualmente la cantidad de azúcar en el café y el té.
- Colaboración con psicólogos y especialistas en adicciones: las personas con un diagnóstico dual (trastorno de salud mental + adicción al alcohol) requieren apoyo integral por parte de profesionales.
- Ayudar a planificar cambios sencillos. El objetivo no es eliminar el azúcar por completo de inmediato; reducir gradualmente la cantidad de bebidas azucaradas puede traer beneficios a largo plazo. Por ejemplo, puede sugerir limitar las bebidas azucaradas a dos veces por semana en lugar de a diario.
Colaboración con médicos y dietistas. Si no hay un dietista disponible, el consumo de bebidas azucaradas puede considerarse un indicador de riesgo alimentario, lo que podría indicar la necesidad de una mayor intervención (Lambert et al., 2024).
INTERACTIVE ACTIVITY 30
| Bibliografía |
| Zhang, L., Sun, H., Liu, Z., Yang, J. y Liu, Y. (2024). Asociación entre la ingesta de azúcar en la dieta y la depresión en adultos estadounidenses: un estudio transversal con datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición 2011-2018. BMC Psychiatry, 24(1), 110. https://doi.org/10.1186/s12888-024-05531-7 Xiong, J., Wang, L., Huang, H., Xiong, S., Zhang, S., Fu, Q., Tang, R. y Zhang, Q. (2024). Asociación del consumo de azúcar con el riesgo de depresión y ansiedad: una revisión sistemática y un metanálisis. Frontiers in Nutrition, 11, 1472612. https://doi.org/10.3389/fnut.2024.1472612 Lambert, T. J., Jay, M., Hennessy, E., Smith, K. y Sureshkumar, P. (2024). Consumo de bebidas azucaradas en personas con enfermedades mentales graves: Un estudio de cohorte comunitario. Journal of Multidisciplinary Healthcare, 17, 5887–5899. https://doi.org/10.2147/JMDH.S479281 |
Consumo de alcohol
Las personas con trastornos de salud mental son más propensas a consumir alcohol de forma arriesgada, lo que puede provocar un deterioro de su salud y dificultades en su vida diaria. Por lo tanto, es fundamental que los trabajadores sociales sean conscientes de este problema y apoyen a sus clientes para encontrar maneras más saludables de afrontar los problemas de salud mental (Guckel et al., 2022).
¿Por qué las personas con problemas de salud mental son particularmente vulnerables a los efectos de las interacciones entre el alcohol y los medicamentos?
Las personas con trastornos de salud mental suelen tomar medicamentos psicotrópicos (p. ej., antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos) que actúan sobre el sistema nervioso central. Al combinarse con alcohol, pueden causar efectos secundarios graves (Cheng et al., 2018).
El alcohol puede afectar a los medicamentos de dos maneras:
- Alterar el metabolismo de los medicamentos: puede debilitar o aumentar los efectos de los medicamentos, lo que da lugar a resultados impredecibles;
- Potenciar los efectos de los medicamentos sobre el sistema nervioso: esto puede provocar mayor somnolencia, mareos, problemas de concentración y coordinación, e incluso puede provocar pérdida del conocimiento (Cheng et al., 2018).
¿Cuáles son las consecuencias de combinar alcohol con medicamentos psicotrópicos?
- Empeoramiento de los síntomas de salud mental: el alcohol puede intensificar la depresión, la ansiedad e incluso puede desencadenar episodios psicóticos.
- Efectos secundarios impredecibles: pueden incluir somnolencia excesiva, dificultad para respirar, alteraciones del ritmo cardíaco y, en casos extremos, coma o muerte.
- Riesgo de hospitalización: las personas que combinan alcohol con medicamentos tienen más probabilidades de ser hospitalizadas debido al empeoramiento de la enfermedad o complicaciones de salud.
Eficacia reducida del tratamiento: el consumo crónico de alcohol puede perjudicar la forma en que funcionan los medicamentos o hacer que se eliminen del cuerpo más rápidamente (Cheng et al., 2018).
¿Conocen los clientes/pacientes los riesgos?
Los estudios demuestran que la mayoría de los pacientes (75 %) recibieron información de un médico o farmacéutico sobre las interacciones entre el alcohol y los psicofármacos (Cheng et al., 2018). Sin embargo:
- Sólo la mitad de los pacientes siguen las recomendaciones de evitar el alcohol;
- Casi 1 de cada 4 personas (23%) han experimentado efectos secundarios graves después de consumir alcohol mientras tomaban medicamentos;
- Los pacientes a menudo consideran que los médicos son la mejor fuente de información sobre las interacciones, pero no siempre siguen sus consejos.
¿Por qué las personas con problemas de salud mental recurren al alcohol?
Las investigaciones confirman que las personas que padecen trastornos mentales comunes, como depresión, ansiedad o fobias, tienen el doble de probabilidades de sufrir abuso de alcohol que quienes no los padecen. Esto indica una fuerte relación entre los problemas de salud mental y el consumo de riesgo de alcohol (Puddephatt et al., 2022). Las personas con trastornos mentales suelen consumir alcohol para afrontar dificultades emocionales. Esto puede deberse a varios factores:
- Deseo de aliviar el estrés y la ansiedad: el alcohol tiene un efecto relajante temporal, que puede brindar alivio a las personas que enfrentan depresión, ansiedad u otros problemas de salud mental.
- Intentar mejorar el estado de ánimo: Quienes padecen depresión u otras afecciones pueden consumir alcohol para sentirse mejor. Si bien el alcohol puede mejorar el estado de ánimo a corto plazo, a la larga empeora la situación.
- Evitar síntomas de enfermedad: Algunas personas beben para mitigar síntomas como la agitación, la ansiedad o los pensamientos intrusivos. Por ejemplo, quienes padecen ansiedad social pueden beber antes de eventos sociales para sentirse más tranquilos, mientras que quienes padecen depresión pueden usar el alcohol como un «remedio» para su estado de ánimo.
- Influencias ambientales: la falta de apoyo social, la soledad o vivir en condiciones estresantes pueden aumentar el riesgo de recurrir al alcohol.
- Mecanismos biológicos: El alcohol afecta las mismas áreas del cerebro involucradas en la regulación del estado de ánimo, lo que hace que las personas con problemas de salud mental sean más susceptibles a sus efectos.
- El círculo vicioso de la adicción: si bien el alcohol puede brindar alivio inicialmente, su uso indebido conduce a un empeoramiento de la salud mental, lo que aumenta la probabilidad de seguir bebiendo (Guckel et al., 2022; Puddephatt et al., 2022).
¿Con qué frecuencia las personas con problemas de salud mental beben en niveles de riesgo?
Los estudios demuestran que las personas con trastornos de salud mental tienen mayor probabilidad de consumir alcohol de forma arriesgada que quienes no los padecen. Se ha observado que las personas con depresión, ansiedad y fobias tienen el doble de probabilidades de padecer trastorno por consumo de alcohol (TCA) que quienes no presentan problemas de salud mental (Guckel et al., 2022; Puddephatt et al., 2022).
Guckel y colegas (2022) observaron que:
- Los hombres y las mujeres con trastornos de salud mental tienen más probabilidades de beber más del límite diario recomendado de forma regular.
- Los hombres con problemas de salud mental más graves tienen más probabilidades de beber en exceso (es decir, consumir más de cuatro bebidas en una sola ocasión).
- Las mujeres con trastornos de salud mental tienen un mayor riesgo de exceder las pautas de consumo de alcohol a largo plazo (son más propensas a beber en exceso con regularidad).
Vale la pena señalar que el riesgo de adicción es similar independientemente del tipo de trastorno de salud mental: las personas con depresión y aquellas con trastornos de ansiedad tienen probabilidades comparables de desarrollar dependencia del alcohol (Puddephatt et al., 2022).
No existen datos claros sobre la frecuencia del llamado consumo excesivo de alcohol (consumo rápido de grandes cantidades de alcohol) entre personas con problemas de salud mental, pero el abuso de alcohol es un problema común dentro de este grupo (Puddephatt et al., 2022).
¿Qué significa esto para el trabajo social?
- Identificar el problema – Los trabajadores sociales deben ser conscientes de que las personas con depresión, ansiedad y fobias pueden abusar del alcohol como mecanismo de afrontamiento.
- Educación y apoyo: es importante ayudar a los clientes a comprender que el alcohol no es una forma efectiva de mejorar el bienestar y, de hecho, puede empeorar su estado de salud mental.
- Fomentar estrategias de afrontamiento alternativas: la terapia, las técnicas de relajación y el apoyo social pueden ayudar a los clientes a gestionar el estrés y las emociones de forma más eficaz.
- Colaboración con psicólogos y especialistas en adicciones: las personas con un diagnóstico dual (trastorno de salud mental + adicción al alcohol) requieren apoyo integral por parte de profesionales.
ACTIVIDAD INTERACTIVA 31
Consumo excesivo de cafeína
La cafeína es una sustancia psicoactiva que tiene un efecto estimulante sobre el sistema nervioso. Es un ingrediente presente en muchas bebidas y medicamentos populares, entre ellos:
- Café y té
- Bebidas energéticas (BE): el contenido de cafeína en estas bebidas puede variar de 80 mg a 320 mg por porción, y en las llamadas «bebidas energéticas», incluso hasta 350 mg por porción.
- Suplementos dietéticos (por ejemplo, guaraná, yerba mate)
- Ciertos analgésicos y medicamentos para la migraña (Hladun et al., 2021)
How does caffeine work?
- Estimulación cerebral: la cafeína bloquea los receptores de adenosina, lo que reduce la sensación de fatiga y mejora la concentración.
- Aumento de los niveles de dopamina y noradrenalina: esto puede mejorar el estado de ánimo y tener un efecto estimulante en el cuerpo.
- Efectos sobre el corazón y la presión arterial: Puede causar un aumento de la frecuencia cardíaca (taquicardia) y puede elevar o disminuir la presión arterial.
- Efecto diurético: puede provocar deshidratación y desequilibrios electrolíticos.
- Impacto en el metabolismo: puede causar una producción excesiva de ácido estomacal y aumentar el riesgo de problemas digestivos (Hladun et al., 2021).
Cuando se consumen grandes cantidades de cafeína, el cuerpo puede tener dificultades para metabolizarla correctamente, lo que provoca su acumulación y un mayor riesgo de toxicidad. Los síntomas de una sobredosis de cafeína pueden incluir:
- Trastornos cardiovasculares: presión arterial alta, arritmias, espasmos de las arterias coronarias y, en casos extremos, incluso ataques cardíacos.
- Problemas digestivos y renales: vómitos, daño hepático, insuficiencia renal y deterioro muscular.
- Problemas neurológicos y psiquiátricos: convulsiones, vasoconstricción cerebral, hemorragias intracraneales y episodios psicóticos.
- Conductas de riesgo: el efecto estimulante de la cafeína y la reducción del autocontrol pueden llevar a acciones imprudentes, como conducir a exceso de velocidad, tener conductas sexuales de riesgo o consumir otras sustancias psicoactivas (Hladun et al., 2021).
La cafeína, especialmente consumida en grandes cantidades, puede provocar graves problemas de salud, como trastornos cardiovasculares, neurológicos y psiquiátricos. Es especialmente peligrosa para personas con problemas de salud mental y quienes toman psicofármacos. Los trabajadores sociales deben educar a sus clientes sobre el consumo seguro de cafeína y sus posibles riesgos, así como monitorear su impacto en su salud y funcionamiento diario.
Hablar de bebidas energéticas: esto es especialmente importante para los jóvenes, que pueden desconocer el alto contenido de cafeína en estas bebidas y sus efectos negativos para la salud (Hladun et al., 2021).
Las bebidas energéticas son productos líquidos que contienen ingredientes estimulantes diseñados para aumentar los niveles de energía, mejorar la concentración y optimizar el rendimiento físico y mental. El principal ingrediente activo de estas bebidas es la cafeína, pero también pueden incluir otros estimulantes como taurina, guaraná, L-carnitina y diversas vitaminas del complejo B (Costantino et al., 2023).
Contenido promedio de cafeína, azúcar y otros ingredientes en las bebidas energéticas (Costantino et al., 2023):
- Cafeína: el contenido promedio de cafeína en una bebida energética es de 80 a 160 mg por 500 ml, pero algunos productos pueden contener hasta 505 mg de cafeína por lata. A modo de comparación, una taza de café estándar (170 ml) contiene entre 77 y 150 mg de cafeína.
- guaraná – algunas bebidas energéticas contienen cafeína en forma de guaraná, que puede potenciar el efecto estimulante;
- Azúcar: muchas bebidas energéticas contienen grandes cantidades de azúcar, a menudo entre 50 y 62 gramos por lata de 500 ml. Esto equivale a unas 12-15 cucharaditas de azúcar, superando considerablemente la ingesta diaria recomendada.
- Taurina: un aminoácido que interviene en el funcionamiento de los sistemas nervioso y cardiovascular. Algunos estudios sugieren que podría tener un efecto protector sobre el corazón, aunque sus interacciones con la cafeína no se comprenden del todo.
- guaraná – potencia el efecto estimulante de la bebida;
- L-carnitina: un compuesto responsable de transportar los ácidos grasos a las mitocondrias, donde se convierten en energía.
El consumo de bebidas energéticas, especialmente en grandes cantidades, puede tener graves efectos en el cerebro y el sistema nervioso. Las principales consecuencias incluyen:
1. Alteraciones de la neurotransmisión
- La cafeína actúa como antagonista de los receptores de adenosina (A1 y A2A) en el cerebro, lo que aumenta la estimulación neuronal y reduce la sensación de fatiga.
- La cafeína también aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina, lo que puede mejorar temporalmente el estado de ánimo, pero con el tiempo puede contribuir a dificultades en la regulación emocional.
- Esto puede provocar una hiperactivación del sistema nervioso, que se manifiesta como ansiedad, irritabilidad y alteraciones del sueño.
2. Mayor riesgo de trastornos de salud mental
- Los estudios muestran que las personas que consumen regularmente grandes cantidades de bebidas energéticas tienen más probabilidades de experimentar trastornos de ansiedad, depresión y episodios psicóticos.
- Las personas con esquizofrenia pueden experimentar un empeoramiento de los síntomas psicóticos, como alucinaciones y delirios.
- El alto contenido de cafeína puede desencadenar estados maníacos, especialmente en individuos predispuestos al trastorno bipolar.
3. Impacto en la memoria y las capacidades cognitivas
- Caffeine may temporarily enhance concentration and reaction speed, but excessive consumption can lead to memory impairment and learning difficulties.
- La estimulación crónica del sistema nervioso puede alterar la plasticidad sináptica, afectando negativamente la capacidad del cerebro para procesar información y aprender de manera efectiva.
4. Riesgo de convulsiones
- Estudios realizados en animales han demostrado que el consumo excesivo de cafeína puede provocar descargas neuronales incontroladas, lo que conduce a convulsiones.
- Las dosis altas de cafeína pueden provocar convulsiones, incluso en personas sin antecedentes de epilepsia.
5. Mayor riesgo de accidente cerebrovascular
- La presión arterial elevada y la tendencia a la deshidratación sobrecargan aún más el sistema cardiovascular y el cerebro, aumentando el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
- El consumo de grandes cantidades de bebidas energéticas puede provocar vasoconstricción en los vasos sanguíneos cerebrales, aumentando el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico.
6. Mayor susceptibilidad al riesgo de adicción y convulsiones.
- Las personas que consumen regularmente bebidas energéticas pueden desarrollar una tolerancia a la cafeína, lo que significa que necesitan dosis cada vez mayores para lograr el mismo efecto estimulante.
- Esto puede provocar dependencia de la cafeína, con síntomas de abstinencia como irritabilidad, dolores de cabeza y fatiga cuando se reduce o se interrumpe el consumo.
- Además, para algunas personas, las bebidas energéticas pueden actuar como una puerta de entrada al consumo de otras sustancias psicoactivas, como el alcohol o las drogas (Costantino et al., 2023).
¿Por qué la cafeína puede afectar la acción de los medicamentos antidepresivos?
La cafeína, debido a sus efectos sobre el sistema nervioso y el metabolismo de los medicamentos, puede interactuar con los antidepresivos, lo que puede alterar su eficacia y causar efectos secundarios (Truong et al., 2025).
Estas interacciones pueden ser farmacocinéticas (que afectan la tasa de metabolismo de los fármacos) o farmacodinámicas (que modifican la forma en que los fármacos actúan en el organismo). En algunos casos, la cafeína puede potenciar o debilitar la acción de los antidepresivos, lo que puede tener consecuencias para los pacientes que los usan regularmente (Truong et al., 2025).
Fuente: Costantino i wsp. (2023)
¿Qué antidepresivos pueden interactuar con la cafeína?
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS):
- La cafeína puede aumentar la concentración de estos medicamentos en el cuerpo, produciendo efectos más fuertes y una mayor duración de acción.
- Esto puede aumentar el riesgo de efectos secundarios como ansiedad, trastornos del sueño y agitación.
- La fluvoxamina en particular ralentiza significativamente el metabolismo de la cafeína, lo que puede provocar su acumulación y síntomas como insomnio o palpitaciones.
- Antidepresivos tricíclicos (ATC):
- Los TCA pueden ralentizar el metabolismo de la cafeína, lo que produce efectos prolongados en el organismo.
- Sin embargo, la cafeína no afecta significativamente la acción de estos medicamentos.
- Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN):
- Los estudios indican que la cafeína no afecta significativamente la acción de la venlafaxina, lo que significa que las personas que toman este medicamento no necesitan preocuparse por interacciones importantes.
- Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO):
- Cuando se combinan con altas dosis de cafeína, pueden provocar hipertensión, lo cual es peligroso para pacientes sensibles a la presión arterial elevada.
- Otros antidepresivos:
- Algunos de estos medicamentos pueden potenciar los efectos de la cafeína, provocando una mayor estimulación.
- La vortioxetina, la maprotilina y la mirtazapina no han mostrado interacciones significativas con la cafeína (Truong et al., 2025).
¿Cuáles son las posibles consecuencias de las interacciones de la cafeína con los antidepresivos?
- Aumento de los efectos secundarios de los medicamentos, como agitación, ansiedad y alteraciones del sueño.
- Hipertensión y palpitaciones cardíacas, especialmente en personas que toman inhibidores de la MAO
- Eficacia reducida del tratamiento: si la cafeína acelera el metabolismo de los fármacos o interfiere con su acción.
- Acumulación de cafeína en el cuerpo, especialmente en pacientes que toman fluvoxamina o antidepresivos tricíclicos (Truong et al., 2025)
¿Qué significa esto para el trabajo social?
- Educar a los pacientes sobre las posibles interacciones: Los pacientes a menudo desconocen que la cafeína puede afectar su tratamiento. Es recomendable animarlos a hablar con su médico sobre el impacto de la cafeína en sus medicamentos.
- Se recomienda precaución con el consumo de cafeína: las personas que toman antidepresivos deben controlar su consumo de café, té y bebidas energéticas, especialmente si notan efectos negativos (por ejemplo, ansiedad, insomnio).
- IEnfoque individualizado de los pacientes: algunas personas pueden tolerar bien la cafeína, pero para otras incluso pequeñas cantidades pueden provocar efectos secundarios intensificados.
- Colaboración con médicos y farmacéuticos: Es aconsejable animar a los pacientes a consultar a su médico si tienen dudas sobre cómo la cafeína puede afectar a su terapia.
ACTIVIDAD INTERACTIVA 32
| Bibliografía |
| Truong, J., Abu-Suriya, N., Tory, D., et al. (2025). Una exploración de la interacción entre la cafeína y los antidepresivos a través de la farmacocinética y la farmacodinámica. Revista Europea de Metabolismo y Farmacocinética de Fármacos, 50, 1–15. https://doi.org/10.1007/s13318-024-00928-x Hladun, O., Papaseit, E., Martín, S., Barriocanal, A. M., Poyatos, L., Farré, M. y Pérez-Mañá, C. (2021). Interacción de las bebidas energéticas con medicamentos recetados y drogas de abuso. Farmacia, 13(10), 1532. https://doi.org/10.3390/pharmaceutics13101532 Costantino, A., Maiese, A., Lazzari, J., Casula, C., Turillazzi, E., Frati, P. y Fineschi, V. (2023). El lado oscuro de las bebidas energéticas: Una revisión exhaustiva de su impacto en el cuerpo humano. Nutrients, 15(18), 3922. https://doi.org/10.3390/nu15183922 |
Falta de estructura de las comidas
Los hábitos alimentarios irregulares, como saltarse comidas, comer de noche o seguir una dieta caótica, pueden provocar niveles de energía inestables y empeorar los síntomas de los trastornos de salud mental.
La falta de regularidad en las comidas, incluyendo la reducción de la frecuencia de las mismas y la omisión de las comidas principales, puede aumentar el riesgo de síndrome metabólico (SM) y sus componentes. Un estudio realizado en 22.699 adultos coreanos reveló que los hombres que consumían solo dos comidas al día tenían un mayor riesgo de síndrome metabólico en comparación con quienes consumían tres comidas al día. Entre las mujeres que consumían dos comidas al día, omitir el desayuno se asoció con niveles elevados de glucosa en ayunas y un aumento de triglicéridos, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por el contrario, las mujeres que se saltaban la cena tenían un menor riesgo de niveles elevados de glucosa en ayunas. Estos hallazgos sugieren que tanto la frecuencia de las comidas como la comida que se omite pueden afectar significativamente la salud metabólica, y que el consumo regular del desayuno puede desempeñar un papel clave en la prevención del síndrome metabólico (Park et al., 2023).
Skipping breakfast can have negative effects not only on the body but also on mental health and cognitive performance. Studies show that individuals who regularly skip breakfast have a higher risk of developing ADHD and depression. This may be due to unstable blood glucose levels and disruptions in neurotransmitter function, which influence mood, concentration, and overall well-being (Zhang, Tan & Luo, 2024).
No desayunar también puede afectar la capacidad de aprender y retener información, lo que dificulta el buen rendimiento escolar. Además, quienes se saltan el desayuno suelen reportar debilidad física y falta de energía, lo que puede afectar su funcionamiento diario y sus niveles de actividad (Zhang, Tan y Luo, 2024).
Estudios realizados con adolescentes han demostrado que saltarse el desayuno aumenta significativamente el riesgo de estrés y depresión. Además, cuanto más frecuentemente se saltan comidas los adolescentes a lo largo del día, mayor es el riesgo de sufrir estrés y depresión (Lee, Han y Kim, 2017).
Curiosamente, los estudios no encontraron una relación entre saltarse el desayuno y la enfermedad de Alzheimer, el trastorno bipolar, la narcolepsia o el insomnio. Sin embargo, los hallazgos destacan claramente que el consumo regular del desayuno puede favorecer la salud mental, mejorar la concentración y fortalecer la función inmunitaria. Por lo tanto, conviene priorizar el desayuno para mejorar el bienestar, la eficiencia en el aprendizaje y la capacidad para gestionar las tareas diarias (Zhang, Tan y Luo, 2024).
Estudios observacionales sugieren que saltarse el desayuno y las alteraciones en el microbioma intestinal pueden aumentar el riesgo de depresión. Sin embargo, hasta ahora, no estaba claro si los cambios en la composición de las bacterias intestinales eran uno de los mecanismos que vinculaban estos dos factores. Para investigar esta relación, se realizó un análisis genético utilizando datos de estudios que involucraron a cientos de miles de personas. Los resultados mostraron que saltarse el desayuno se asoció con un mayor riesgo de depresión, pero la depresión en sí no afectó la frecuencia del desayuno. Curiosamente, el análisis del microbioma intestinal no proporcionó evidencia sólida de que los cambios en la composición bacteriana desempeñen un papel clave en esta relación. La única excepción fue el grupo Actinobacteria, donde niveles más altos se asociaron con un menor riesgo de depresión. Este estudio confirma que saltarse el desayuno puede aumentar el riesgo de depresión, pero el papel del microbioma intestinal en este proceso requiere más investigación que involucre poblaciones más grandes (Guo et al., 2024).
ACTIVIDAD INTERACTIVA 33
| Bibliografía |
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